miércoles, 2 de agosto de 2023

 

                                                DIARIO DE UNA GAVIOTA



Y no encontraba el día desde el 11 de Marzo, que confinados nos pasan los días entre zozobra y aplausos, y una rutina bien planeada, ocultando a tu cuerpo y mente la evidencia. Hoy nos levantamos con la misma fuerza de todos los días, las mismas actividades, tan solo unos minutos conectando las noticias, con la esperanza de que cada día haya menos personas que dejen en el mayor sufrimiento y soledad a sus seres queridos. Las noticias nos van quitando las capas de esta costra de cebolla repleta de ácido sulfúrico que nos irritan las entrañas. Cuando alzo la mirada a la lejanía, con la vista cansada de mirar estas cuatro paredes, las Islas Cíes desde mi ventana, me ofrecen calidez y ansias de volar. Se acaba el mes de Abril , ese mes donde Sabina supo poner unos maravillosos acordes. Un mes de Abril oscuro, triste, tímido y lleno de belleza en esos campos sin labriego donde por cada esquina brotan infinidad de filigranas formas y colores, peleándose por ese rayo de sol, que las hace florecer sin pedir permiso. Un mes de Abril, sin expectativas pero con una gran decisión de irrumpir alocadamente, echando la puerta abajo del mes de Mayo. Y que poco ha lucido tu porte, con un día igualmente triste, gris con un acumulo de lágrimas que ha custodiado el mes de Abril. Vemos por la ventana como cae la lluvia, esa lluvia sanadora



aunque llena de certezas de un dolor que no cesa a pesar de las ganas.

No quiero que pasen los días subida a mi puntal ciega en la distancia y con el corazón pendiente de una marejada, insondable y devastadora.

Una gaviota me acompaña siempre y a pesar de la tormenta del alma, ahuyenta de mi espíritu mostrándome la crudeza de la caída pero también lo alto que podemos volar.

Por eso seguimos adelante por la senda que van marcando las estrellas y la fuerza que nos da pensar en reencontrarnos con las personas que amas, después de la aciaga travesía.

Veo en mis pupilas los inmensos y diversos colores de un mes de Mayo afanado en lucir primaveral, que no consigue conciliarse con los meses que nos han dejado sin voz ni abrazos.

Aplaudimos religiosamente a la misma hora, todos los días y casi no nos acordamos por que lo hacemos, pero necesitamos esa empatía como arma de unión de una cruz destrozada.

Quiero seguir viendo el camino que marca mi aliada palmípeda , boicoteando las aguas del océano o rozando frívola las nubes.

Quiero descubrir dentro de mi rabia , una razón que no oscurezca los días venideros y cumplan su mayoría de edad con dignidad y firmeza.




Nos tapan la boca con un trapo azul y ya ni siquiera podemos fingir una sonrisa., solo contactamos y mantenemos la mirada, con unos ojos cansados, tristes, llorosos y a nuestras espaldas una extraña distancia.

Distancia del miedo, respetando no las reglas, si no a tu prójimo de un contagio inminente y destructor. Vivimos asustados, inciertos, pero siempre audaces. Somos bizarros por naturaleza y no habrá nada que nos doblegue.

Yo seguiré turbada por la fragancia del mar, y de sus inquietantes idas y venidas a la orilla. Mojaré mis pies cansados de despedidas, chapoteando con rabia y ofuscamiento.

A lo lejos diviso a mi amiga de plumaje gris azulado de pico amarillo con una peculiar mancha roja y canto estridente, como se agrupa en un guiño a su bandada. Ella tampoco quiere alejarse de su banda pero con aires de mando y un ligero coqueteo se aproxima a la misma orilla que acoge mi fatiga, y su manera de involucrarse me bautiza y me abastece de su voracidad y las ganas de saciarme de todo aquello que no toco, ni veo, pero que llevo tan dentro de mi

custodiada coraza, que estaba ahogando mi vulnerable navío.








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