1998
NADA SIN TÍ, HIJO MIO
Y la soledad enmohecida entre los muros de mi locura,
que no olvida el dolor que le produce la ausencia de las caricias
cómplices miradas o una simple sonrisa.
El tiempo va marcando aquellos rosales con espinas
de suaves y dulces pétalos que vas esparciendo por las esquinas.
Y tropezando en los empedrados caminos
del tiempo que falta por recorrer
encuentras los tallos espinosos de una esperanza turbada
del rosal que ayer planté.
Y recojo las espinas sin miedo a lastimarme
porque una vez caído no me importa arrodillarme.
Y entre mis torpes manos se deslizan los pétalos
que un día acaricié,
cayendo en la fértil tierra
que con mis lágrimas regué.
Y de aquellos gozos olvidados
en los recovecos de mi mente,
brotó un rosal cuyas espinas
desgarraron lo más hermoso de mi vientre.