EL TIEMPO
El tiempo es viajero de primera clase, de esperas,
cócteles de felicidad y tristezas,
y un viaje, casi forzoso,
de desconocido destino.
El tiempo nos atrapa, tanto en días de euforia
como en noches intensas
llenas de insuficiencia,
agarrando cometas que nos elevan y elevan,
rasgando nuestra piel;
escribiendo un adiós,
día a día, minuto a minuto ,
momento a momento ,
en unas manos aferradas
a los recuerdos,
y una tierra que se desploma
a nuestros pies.
Inevitablemente
se desvía la cometa entre las nubes,
como el tiempo se aleja entre momentos,
sin poder retener su esencia.
Y nos damos tiempo para soñar,
y nos damos tiempo para amar,
pero ese tiempo nunca regresa.
Es un bumerán
con el que jugamos a vivir,
pero solo es un arma arrojadiza
de horas de espera sin retorno.
Consumimos el tiempo a trompicones,
en armonía secuenciada,
como queriendo anclarlo y transformarlo
en inamovible.
Pero como las aves ,
se eleva y se aleja,
dejándonos a su paso las arrugas
que surcan tu cara, ocultando el reflejo
que te devuelve
aquel espejo que en otros momentos
a tu alma seducía.
No hay tiempo que llegue a tiempo,
es como un tren sin horario,
al que subes en marcha
llevándote veloz sin detenerse,
porque en ninguna estación
espera ya la vida.